martes, 2 de junio de 2009

MÚSICA NOCTURNA / 1



MÚSICA PARA MURNAU

El joven compositor Jesús Torres ha escrito la música de una nueva banda sonora para el Fausto de F.W. Murnau, partitura que se estrenó en un concierto-proyección el pasado 19 de mayo en el Teatro de la Zarzuela. Esta vez no se trata de una banda sonora al uso, sino más bien de una especie de poema sinfónico que se interpreta sin interrupción y en el que pueden apreciarse nueve partes que se corresponden con las escenas principales del film. La música (con abundante presencia de la percusión) comenta, acentúa, envuelve y matiza las situaciones ideadas por Murnau, confiriéndole una variedad que, a juicio del compositor, haría de ella una partitura ejecutable autónomamente, sin el soporte de la imagen, a pesar de su duración superior a los cien minutos. Sonia de Munck y María José Suárez cumplieron su cometido a la perfección, así como la Orquesta de la Comunidad de Madrid, siempre en plena forma bajo la dirección de José Ramón Encinar, dedicatario de la partitura. Resulta plenamente acertada la aparición de la voz en la escena final: Gretchen, a punto de morir en la hoguera, lanza un grito que, articulado por una soprano y una mezzo, llega hasta Fausto, el cual acude en su auxilio. 

Pero lo mejor sigue siendo el film de Murnau. Visualmente, nunca se mostró con tanta eficacia el significado de esa cosa tan vaga, oscura y nebulosa que se llamó expresionismo, y que aquí aparece en su ropaje más transparente. La riqueza de la imagen (las citas de Vermeer, Friedrich y otros) adorna la desnudez de luces y sombras que constituye la esencia del mundo de Murnau, esencia que no es otra cosa que un romanticismo intenso y extremado que abraza con entusiasmo el sueño, la noche, la magia y la sinrazón, signos inequívocos de lo humano que poseen, por ello, un valor bien llamado universal, como frecuentemente podemos apreciar en los tiempos que corren. El colorido de la música de Torres alumbra el espléndido blanco y negro de la pantalla, espacio inagotable en el que Murnau encuentra tiempo para todo, incluso para el humor. Era, ya se sabe, otra época, una en la que el arte, incluyendo el que aspiraba a llegar a las masas, se negaba a renunciar a nada, lo que explica que el principal valor de Fausto, como el de todo arte verdadero, no sea otro que moral. Por eso Fausto, por arduos y sufridos caminos, debe llegar finalmente a comprender su error, y la juventud, el éxito social y económico, la gloria y la fama ceden una vez más su sitio ante la palabra salvadora: amor, triunfante todavía, si nos lo proponemos, sobre las nefastas insidias de entonces y de ahora.

1 comentario:

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