martes, 1 de julio de 2014

LECTURA POSIBLE / 149

DE RET MARUT A B. TRAVEN. EL HOMBRE Y SUS MÁSCARAS

En México D.F., casi en el límite meridional del distrito Benito Juárez, lindante con el tradicional barrio de Coyoacán, donde se encuentran los museos de León Trotsky y Frida Kahlo, existe una pequeña calle llamada Bruno Traven. Es una calle arbolada, tranquila y con escaso tráfico, diríase una isla de paz en medio de la ciudad demente. Hay una tienda de hamburguesas y baguettes, un par de bares y un supermercado, y parecería la calle principal de un modesto pueblecito si no fuera por las marañas de cables que sobrevuelan la calzada, signo aéreo de la megalópolis que la rodea. Hay abundantes rejas y alambradas, y más alambre de espino en los accesos privados, a ambos lados de la calle, pues hay que resguardar la propiedad.

Del actor llamado Ret Marut existe una primera noticia en un almanaque de teatro de 1908. Por éste sabemos que era actor del Stadt Theater de Essen. Aquel año, y el siguiente, fue director y actor en varios teatros de Turingia y Sajonia, encuadrado en la compañía de Hansen-Eng. Trasladado a Berlín junto a la actriz Elfriede Zielke, ambos fundan la compañía “Neue Bühne”, que actuó en muchos teatros pequeños de Prusia Oriental. Sucesivos documentos le sitúan en Danzig y Düsseldorf, en cuyo registro aparece como ciudadano inglés nacido en San Francisco; y por fin en Munich, donde la pista del actor Ret Marut se pierde.

Por aquellos años, los de la Gran Guerra, un joven escritor llamado Richard Mauruth publicó en Munich el relato An das Fräulein von S. Este Mauruth era ciudadano de Estados Unidos y estudiante de filosofía, y al parecer mantenía en la capital de Baviera una relación con la actriz Irene Mermet, que había estudiado artes escénicas en Düsseldorf.

En 1917 vuelve a aparecer Ret Marut, pero no como actor, sino como editor único y director de la revista Der Ziegelbrenner (El ladrillero). La revista se sigue publicando en medio de la terrible confusión del final de la guerra, mientras los príncipes alemanes abdican en serie y, en un solo día (el 9 de noviembre de 1918), se proclaman con una diferencia de menos de tres horas dos repúblicas, auspiciadas una por los socialdemócratas, en Weimar, y otra, por la Liga Espartaquista, en Berlín. A mediados de diciembre Marut escribe en su revista: “La Revolución mundial está comenzando”.

En abril del año siguiente se proclama en Munich una República separatista, la de los Consejos de Baviera, en cuyo gobierno figura Marut como encargado de la prensa. Tras la caída de la república es arrestado, pero logra escapar y, clandestinamente, se instala en Berlín. El ex actor está acusado de “alta traición”, y su nombre aparece en la lista de delincuentes más buscados, lo que no impide que por medios desconocidos la revista Der Ziegelbrenner siga distribuyéndose. En diciembre de 1921 se publica el número trece, que será el último, en el que Marut escribe: “¡No, loros insensatos! ¡Abolición de la propiedad privada del último pantalón! ¿Saber es poder? No. ¡La acción es poder! ¿Saber hace libre? No. ¡La acción hace libre!” Cuando llega el verano de 1923 el fugitivo se encuentra en Londres, y tres meses después es detenido y encarcelado por no haber cumplido con el registro obligatorio de extranjeros. A principios del año siguiente se embarca hacia México, adonde llegará en junio o julio. Allí alquila una casa (en Tampico) y anota en su diario que “el bávaro de Munich ha muerto”. Son las últimas noticias de Ret Marut, y también de Richard Mauruth.

Es poco lo que el lector en castellano puede leer de él, o de ellos, pero ese poco tiene algo más que el valor de ser testimonio de una época. Hace ya unos cuantos años la editorial Alikornio publicó un volumen titulado En el Estado más libre del mundo, el cual reúne algunos de los artículos aparecidos en Der Ziegelbrenner. Por ellos podemos hacernos una idea de cuál era el pensamiento de Marut en los primeros años de la República de Weimar, el “Estado más libre del mundo”, como lo calificó su presidente socialdemócrata. Se trata de un ideario notoriamente anarquista que no excluye otras simpatías, en especial con el marxismo, con el que sin embargo choca a menudo en lo relativo a la economía. Frente a la tesis “de los fariseos y de la clerigalla socialista” de que la implantación del socialismo requiere un creciente desarrollo de la economía, Marut describe “lo que quiero hacer con plena conciencia y en el puro conocimiento de la necesidad: arruinar completamente la economía quebrantada, quitarle para siempre toda posibilidad de levantarse. No debería quedar a la humanidad”, añade, “ni el más débil recuerdo de la próspera vida económica”. Afirmación ésta a la que el autor sería fiel y que curiosamente lo convierte en adelantado de las ideas actuales acerca de la necesidad del decrecimiento. “¿Nos ha hecho felices la tan próspera vida económica? ¿Acaso nos ha hecho más felices de lo que era la humanidad antes de saber algo de la próspera vida económica? ¿Cuántas personas ansiosas de la luz del sol deben estar prisioneras en las fábricas, sacrificar sus miembros y sus pulmones? Cuanto más rápidamente se arruine nuestra próspera vida económica, cuanto más despiadadamente sea destruido el mínimo resto de la industria, más pronto los hombres tendrán suficiente de comer y antes poseerán la pequeña porción de felicidad a la que cada persona tiene derecho”. A ello añade Marut una profética observación en torno al por entonces naciente consumismo: “Te lo repito: es mejor que se queme tu dinero a que tu jefe se enriquezca con él porque compras sus mercancías”. El otro gran objetivo de su crítica es naturalmente “el fantasma del Estado”, con su capacidad para establecer fronteras y deberes, limitadores todos ellos de la libertad del individuo, quien, frente a la burocracia, está llamado a desplegar sus artes para el escapismo y el enmascaramiento. También éste, como veremos, será un tema recurrente en la obra futura de nuestro autor.

Los siguientes datos biográficos de que disponemos nos llevan a mayo de 1925, fecha en la que el periódico socialdemócrata de Berlín Vorwärts publicó un relato firmado por un tal B. Traven, el cual lo había enviado desde México. Al relato siguió una novela: Los pizcadores de algodón. En octubre del mismo año el editor Ernst Prenczang confirma por carta la recepción de La nave de los muertos. Y en 1926, mientras el escritor B. Traven redacta El tesoro de Sierra Madre, un fotógrafo de nombre Torsvan se suma a una expedición arqueológica que tiene como destino Chiapas, en el sur de México. Una vez allí, el fotógrafo se separa del equipo, y recorre en solitario aquellos parajes selváticos durante varios meses, a los cuales volverá a menudo, fascinado por la naturaleza virgen y por sus habitantes indígenas.

El tesoro de Sierra Madre se publica en Alemania en 1927, y ese mismo año el también escritor y ex miembro del gobierno de la República de Consejos de Baviera Eric Mühsam se pregunta en su revista Fanal: “¿Dónde está el ladrillero?”

Traven toma clases de español, maya y náhuatl, y también de literatura latinoamericana e historia mexicana en la Universidad Autónoma de México. Torsvan vuelve a viajar siempre que puede a Chiapas y se familiariza con las costumbres de los indios lacandones, a los que también admira Traven. A partir de entonces muchos de sus libros estarán ambientados en esta región fronteriza entre México y Guatemala.

En el verano de 1930, un ingeniero estadounidense llamado Traven Torsvan, tras recibir sus credenciales, se instala en una casita a las afueras de Acapulco. Mientras B. Traven sigue escribiendo y viajando por el sur de México, algunos de sus libros son ilustrados por el fotógrafo Torsvan.

En mayo de 1933 las oficinas de la editorial alemana de B. Traven fueron ocupadas por la policía, y el autor tuvo que transferir los derechos sobre sus obras a la filial que la editorial poseía en Zurich. En esas fechas algunos de sus libros empiezan a traducirse al inglés, y producto de ello será el interés de Warner Brothers por los derechos de El tesoro de Sierra Madre, que el estudio adquirirá finalmente en 1941. Para entonces, aunque el autor de éxito llamado B. Traven es un absoluto misterio para el mundo, su persona no pasa inadvertida para los círculos intelectuales y artísticos de México, cuya cultura protagonizaba en esos años una edad de oro. Así, traba amistad con Frida Kahlo, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Esperanza López Mateos, hermana de quien más tarde sería presidente mexicano y su primera traductora al español.

Terminada la guerra, el apoderado de Traven, un hombre llamado Hal Croves, fue la persona elegida para tratar con las gentes de Hollywood de la adaptación de El tesoro de Sierra Madre, cuyo rodaje se inicia en 1947. Con la participación del apoderado, el cual actúa como intermediario entre John Huston y el autor, la película se rueda en Durango y Tampico, y se cuenta que no sólo el director recibió las instrucciones del apoderado, sino que también Humphrey Bogart supo por él que debía actuar “como si le estuviese devorando un regimiento de hormigas carnívoras”. El film mereció tres óscars, pero no el de la mejor película, que se llevó Sir Laurence Olivier por su adaptación de Hamlet.

La fama persigue desde ese momento a Traven, y en 1948 una revista mexicana afirma que un posadero de Acapulco, Berick Traven Torsvan, es en realidad B. Traven, lo que él desmiente. En 1953, habiendo recibido ya la nacionalidad mexicana, cede los derechos para el cine de su obra La rebelión de los colgados, que en su versión teatral ya había obtenido un gran éxito. El guión de la película lo firma su apoderado, Hal Croves, siendo estrenada al año siguiente en el Festival de Venecia. Poco más tarde Croves se casa en San Antonio (Texas) con Rosa Elena Luján, segunda traductora al español de las obras de Traven. El mismo Croves será el guionista de otra adaptación para el cine: Macario, que se estrenó en 1960. Durante el rodaje de esta película Traven hizo uno de sus escasos viajes fuera de México, motivado por razones de salud. En Berlín, en efecto, le operaron de una sordera que le venía aquejando. Pocos días después se estrenaba en Hamburgo La nave de los muertos, acto al que asistieron el señor y la señora Croves.

El de Traven es un caso único de integración de un exiliado al país que lo acogió. Obras como El general, Tierra y Libertad, La rebelión de los colgados y Macario son buena prueba de ello. El film basado en el último relato aludido se considera un hito de la cinematografía mexicana, y todavía hoy perdura su fama. Cuenta la historia de un hombre humilde que recibe un don, el cual es administrado por él con tanta ingenuidad como codicia, por lo que recibe la ineludible visita de la muerte. La trama de este relato inspirado por los hermanos Grimm aparece tan estrechamente ligada a la cultura y al folclore mexicanos que nadie diría que está escrito en alemán. Su tema es social, como el de todas las novelas de Traven, sólo que aquí lo social se convierte en aventura por necesidad. Como también es social esa novela de aventuras que es El tesoro de Sierra Madre, en la que el autor nos muestra la corrupción moral de unos trabajadores a causa de la riqueza y la propiedad, esa misma que hoy aparece fortificada e inviolable en las aceras de la calle mexicana que lleva su nombre.

En marzo de 1969 falleció B. Traven, cuya obra mayor fue su propia vida. Pocos días antes había declarado ser Traven Torsvan Croves, nacido en Chicago en 1890. Con él murieron el actor y revolucionario Ret Marut, el escritor y estudiante de filosofía Richard Mauruth, el fotógrafo Torsvan, el ingeniero Traven Torsvan, el guionista y apoderado Hal Croves, el posadero Berick Traven Torsvan, el escritor B. Traven y puede que muchos otros, cuyos nombres no han sido consignados. Sus cenizas fueron esparcidas sobre Chiapas desde un avión, fin adecuado para el apátrida que fue y cuya vida se moldeó a semejanza de las de sus personajes: seres nacidos de una mujer de la especie humana, pero que carecían de medios para demostrar a la autoridad la ficción de su existencia.


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