domingo, 4 de mayo de 2014

DISPARATES / 109

Peter Howson, Marching Figures
with Kneeling Nude,
2009
UCRANIA: LA GUERRA DE LA INFORMACIÓN Y OTRAS GUERRAS

Ayer, sábado, la agencia española de noticias EFE publicó un reportaje con el siguiente título: “Hallan 36 cadáveres en la Casa de los Sindicatos en la ciudad ucraniana de Odessa”. El artículo explica que se produjo un incendio durante los enfrentamientos entre “proucranianos y prorrusos, previsiblemente por los cócteles molotov y artefactos explosivos lanzados contra la segunda y tercera planta del inmueble”. Según el artículo, “la mayoría de las víctimas habrían muerto asfixiadas por el humo, mientras otros habrían perecido al saltar por las ventanas para huir de las llamas”. Otros, más de doscientos, lograron salir a pie o se salvaron encaramándose al tejado del edificio. Los “prorrusos” se habían refugiado en la Casa de los Sindicatos cuando fueron acorralados por sus rivales, “entre los que figuraban muchos hinchas de fútbol”, tras lo que “se habría desatado” el incendio del edificio. El reportaje concluye con una alusión a los “miles de manifestantes proucranianos” que desfilaban por el centro de Odessa, a cuyo encuentro salieron “varios cientos de prorrusos, armados con escudos y palos, en una jornada en la que Ucrania celebraba las tradicionales fiestas de mayo”.

La ciudad y el puerto de Odessa se fundaron en 1794 por medio de un decreto de Catalina la Grande, constituyéndose desde ese momento como la principal puerta marítima de Rusia al Mar Negro. Por encargo de la emperatriz, la construcción de la ciudad fue dirigida por el español de Nápoles José de Ribas, y el puerto y la fortaleza que lo preside fueron diseñados por el holandés Franz de Volán. La ciudad recibió el nombre de la antigua colonia griega Odessos, nombre que fue “feminizado” por Catalina. El poeta Pushkin vivió en Odessa, donde, según escribió, “todo a Europa huele y respira”. En la ciudad se hablaba francés y se leía la prensa europea, por lo que se convirtió pronto en lugar de encuentro para artistas e intelectuales, siendo durante todo el siglo XIX el destino predilecto de veraneo para la nobleza rusa y polaca. En 1854, durante la Guerra de Crimea, la ciudad fue bombardeada por las flotas inglesa y francesa, cuyos intentos de desembarco fueron rechazados por la resistencia de los ciudadanos. En 1905 los trabajadores de Odessa protagonizaron una rebelión que más tarde sería recreada por Serguéi Eisenstein en el film El acorazado Potemkin, que incluía una célebre secuencia en las escaleras que comunican la parte alta de la ciudad con la costa y el puerto. Tras la Revolución rusa, la ciudad pasó a ser la República Soviética de Odessa y más tarde la capital de la República Soviética de Besarabia. En los años veinte se incorporó a Ucrania, como parte integrante de la URSS. Durante la Segunda Guerra Mundial fue ocupada por tropas alemanas y rumanas, que debieron hacer frente a una ardua resistencia que se refugiaba en las alcantarillas de la ciudad. En los primeros meses de la ocupación unas 280.000 personas fueron asesinadas o deportadas. Odessa fue liberada por el ejército soviético el 10 de abril de 1944.

Odessa era “la más europea de las ciudades rusas”, según Pushkin, mucho antes de que Texas y California pertenecieran a Estados Unidos... 

El reportaje de la agencia EFE que he resumido más arriba (y que puede leerse aquí íntegramente) parece un ejercicio de “realismo mágico” salido del magín de un adolescente García Márquez. Releamos dicho artículo ordenándolo cronológicamente.

Una manifestación de miles de “proucranianos”, de la que participaban “muchos hinchas de fútbol”, y que se inscribía, como el artículo dice de pasada, “en una campaña de terror contra los partidarios de la federalización del país”, recorría festivamente las pintorescas calles del centro de Odessa (el detalle de que los manifestantes eran ultranacionalistas ucranianos, “en particular el Sector de Derechas”, es completamente secundario y poco relevante, ya que la fuente que lo proporciona es la cancillería rusa). Esta pacífica manifestación de miles de personas, cuyos encuentros con adversarios “prorrusos” habían tenido como consecuencia, según el artículo, cuatro fallecidos y doscientos heridos, “además de veintidós efectivos del orden”, tropieza de repente con “unos cientos de prorrusos armados con escudos y palos”. Acorralados, es de suponer que a causa de la superioridad numérica, los “prorrusos” se refugian en la Casa de los Sindicatos, en la que poco después “se habría desatado” un incendio, tal vez a consecuencia de los “cócteles molotov y los explosivos” arrojados contra las ventanas del edificio, no se sabe por quién. A resultas de todo lo cual, los servicios de emergencia ucranianos “encuentran” 36 cadáveres en el edificio.

En ningún lugar del artículo se dice que los “proucranianos” estuvieran armados, y mucho menos que fueran ellos quienes arrojaron los cócteles molotov y los explosivos. Ni siquiera está claro que estos últimos provocaran el incendio de la Casa de los Sindicatos. Dichos cócteles y explosivos, simplemente, “fueron lanzados”, lo que es posible que guarde alguna relación con el incendio ulterior. La relación entre aquella causa y este efecto es sólo “previsible”, lo que quiere decir que se podía prever, aunque nadie lo hizo. En cambio, sí sabemos con certeza que los “prorrusos” estaban armados con “escudos y palos”.

Ahora bien, como el incendio sólo “se habría desatado”, lo que nos deja en la duda de si realmente se desató o no, igualmente cabe preguntarse si no serían incendiarios los escudos y palos utilizados por los “prorrusos”, quienes en resumidas cuentas parecen haber muerto a causa de una combustión espontánea, fenómeno científico poco conocido que quizá podría ser motivo de un futuro reportaje de la agencia EFE.

Como lo anterior puede dejar al lector ligeramente turbado, el reportaje se extiende en la reproducción de las consabidas declaraciones oficiales, dirigidas a aclarar que, pese a las apariencias, todo está en orden. El viceprimer ministro ucraniano ha dicho lo que debía. La candidata a la presidencia, la ex mafiosa Yulia Timoshenko, también. Y Estados Unidos, como Dios manda, ha condenado la violencia y exhortado a las autoridades ucranianas a “esclarecer lo ocurrido y castigar a los culpables”.

Me pregunto si entre estos culpables figurarán “las decenas de agentes de la CIA y el FBI” que están asesorando al autoproclamado gobierno de Ucrania, según informa hoy el dominical alemán Bild. Estos agentes, afirma dicho dominical, están “ayudando a reducir la escalada de violencia en el sureste del país y a crear un sistema eficaz dentro de las fuerzas de orden del Estado”.

Las revelaciones de Bild coinciden con la aparición de diversos artículos hoy mismo en la prensa de algunos países (no en la agencia EFE ni en ningún otro medio de comunicación español), según los cuales este mes podría publicarse, aunque sólo parcialmente, el informe elaborado por el Senado de Estados Unidos acerca de las torturas y los métodos de interrogación a detenidos empleados por la CIA bajo la presidencia de George W. Bush. El informe del Senado consta de 6.300 páginas, y fue aprobado el pasado 3 de abril, habiendo sido enviado un resumen del mismo, de 400 páginas, a la Casa Blanca. Si el presidente Obama da su permiso, las agencias de inteligencia procederán a tomar parte en las correciones a las que haya lugar, que la senadora demócrata Dianne Feinstein espera que sean “las menos posibles”. A lo que ha añadido que “esta nación reconoce sus errores, por dolorosos que sean”. Igualmente, el senador republicano Saxby Chambliss, que en principio se opuso a la investigación del Senado, terminó por votar a favor de la desclasificación de estos documentos, a fin de que “los estadounidenses puedan juzgar por sí mismos”. Dicha votación fue calificada como “un paso importante” por la organización de derechos humanos Human Rights Watch.

Un último dato que tampoco se encuentra en la agencia EFE: Pravy Sektor (Sector de Derechas) es una organización fascista liderada por Dmytro Yarosh, actualmente número dos del Consejo de Seguridad Ucraniano, cuyo máximo responsable, Andriy Parubi, es también el fundador del Partido Nacional-Socialista de Ucrania. Entre las aspiraciones de estos líderes, y del gobierno ucraniano actual, figura la revisión de la Historia, incluyendo el rechazo a la guerra de liberación contra Hitler y la rehabilitación de los fascistas ucranianos que colaboraron con él en la limpieza étnica de judíos y campesinos durante la guerra. Visto así, el reportaje de EFE resulta esconder una nueva realidad mágica: los “proucranianos” son todos fascistas, y si por un casual usted, lector, es antifascista, entonces es “prorruso”.

Edificante corolario a una historia que empezó con unos guapos chicos rubios que se expresaban en un correcto inglés ante las cámaras de la CNN, llegadas oportunamente a la Plaza Maidan.

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