viernes, 6 de febrero de 2015

DISPARATES / 124

La agrupación de “Les Économistes atterrés”, de la que ya hablamos aquí hace unos días a propósito de su último libro, publicó ayer el siguiente comunicado acerca de las últimas decisiones del Banco Central Europeo con respecto a Grecia.

EL BCE INTENTA UN GOLPE DE ESTADO EN GRECIA

Les Économistes atterrés*

Los “Économistes aterrés” denuncian la decisión del BCE que viola la democracia y reniega de sus propios compromisos a efectos de evitar la deflación y a fin de salvar la zona euro, poniéndose al servicio de las fuerzas políticas reaccionarias que prosperan en el fondo de la crisis. Igualmente hacen un llamamiento a todos los demócratas para oponerse a esta decisión inicua del BCE. La elección del pueblo griego debe respetarse.

El espejismo de un Banco Central Europeo favorable a una flexibilización monetaria para sacar a la zona euro de la deflación ha durado sólo dos semanas. El miércoles el BCE decidió unilateralmente no aceptar los títulos del Estado griego en contrapartida a la liquidez concedida a los bancos, en particular a los bancos griegos. De este modo Mario Draghi pone en peligro a la zona euro, rompiendo su compromiso de “hacer todo lo posible” para preservar la moneda europea.

Los bancos griegos que continúan comprando obligaciones del Estado no podrán ya utilizarlas para refinanciarse por medio del BCE. Podrán ciertamente utilizar otros instrumentos: los títulos privados. Pero estos corren el peligro de escasear, y sobre todo el Estado griego tendrá cada vez más dificultades para proveerse de fondos que le permitan salir de la tenaza de la Troika. Esta es la sanción que el BCE inflige al nuevo gobierno griego por haber tenido la audacia de pretender poner fin a la sangría que sufre su pueblo.

Esta decisión irresponsable, dogmática y punitiva, adoptada por razones políticas por tecnócratas no electos, viene a desestabilizar el sistema bancario griego y el de la zona euro. Ello entra en contradicción flagrante con el artículo 127 del TFUE (Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea), que indica que “sin perjuicio del objetivo de estabilizar los precios, el SEBC (Sistema Europeo de Bancos Centrales) apoya las políticas económicas generales de la Unión, con vistas a contribuir a la realización de los objetivos de la misma, como los definidos en el artículo 3 del Tratado de la Unión Europea”. Y el artículo 3 del Tratado señala que la Unión Europea “trabaja para un desarrollo sostenible de Europa fundado sobre un crecimiento económico equilibrado tendente al pleno empleo y al progreso social”.

La decisión del BCE va a agravar las dificultades de elaboración y puesta en marcha de una política alternativa que permita salir de la crisis. Al interrumpir en Grecia el flujo de moneda reconocida en toda la zona euro, sembrará el pánico en toda la población griega, con plena conciencia de que los bancos se encontrarán en graves dificultades para satisfacer la demanda. ¿Se ha determinado el BCE a suscitar un pánico bancario?

El riesgo es claramente el de un caos económico y social, pero también político. Antes incluso de que se abran las negociaciones con el nuevo gobierno griego, el BCE envía una señal a todos los países miembros de la zona euro: la democracia no cuenta. Los griegos pueden votar, pero su voto es nulo y sin efecto. Cualquier nuevo gobierno está limitado por los compromisos contraídos por el anterior. Ya sabíamos que las instituciones europeas no hacen caso de la opinión popular en lo relativo a la concepción de las políticas que deben aplicarse: es lo que experimentamos ahora con la puesta en práctica de estas políticas.

Este acto de fuerza del BCE va a volverse contra el conjunto de los pueblos europeos. Negarse a poner en duda las políticas de austeridad es condenar a la mayor parte de los países de la UE a la ruina. Este absurdo aqueja hasta a los países en apariencia prósperos como Alemania. Ésta, en efecto, no podrá vivir eternamente del déficit de otros.
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