lunes, 22 de julio de 2013

DISPARATES / 77

La semana pasada se anunció en Londres la publicación de un libro con nuevas revelaciones de Edward Snowden sobre el espionaje de distintos organismos públicos y privados de Estados Unidos en el resto del mundo. La edición del libro, que será publicado por Metropolitan Books, correrá a cargo de Glenn Greenwald, y la fecha de publicación prevista es marzo de 2014. Greenwald, ex fiscal de Estados Unidos, es columnista de The Guardian desde hace un año. Defensor de la libertad y los derechos civiles, creó en 2005 un blog a fin de denunciar los abusos y violaciones contra los derechos humanos de la administración Bush. Su libro How would a Patriot Act? (Working Assets Publishing, 2006) ha sido un éxito de ventas en su país y en Reino Unido. El volumen que publicará en marzo incluirá “nuevas revelaciones que demostrarán la extraordinaria cooperación del sector privado y las consecuencias tentaculares del programa gubernamental de espionaje tanto en Estados Unidos como en el extranjero”. Estas revelaciones proceden de una entrevista que Greenwald ha podido hacer a Snowden en su “exilio” del aeropuerto de Moscú, así como de documentos suministrados por éste.

Coincidiendo con el anuncio de la publicación de este libro, ha aparecido en algunos medios americanos y franceses un artículo del economista Paul Craig Roberts, que fue secretario adjunto de la Oficina del Tesoro en la administración Reagan. Roberts es autor del libro The Failure of Laissez Faire. Capitalism and Economic Dissolution of the West (Atwell Publishing, 2013), que también ha tenido gran difusión y que permanece inédito en castellano. Actualmente Roberts es redactor jefe y editorialista de The Wall Street Journal.

LA ILEGALIDAD ES LA NUEVA NORMA

Paul Craig Roberts

En varios artículos y en mi último libro, El fracaso del Laissez Faire y la disolución económica de Occidente, señalé que la crisis de la deuda soberana europea está siendo utilizada para poner fin a la soberanía de los países que son miembros de la UE (Unión Europea). No hay duda de que esto es cierto: la soberanía de los estados miembros de la UE es sólo nominal. Aunque los países aún conservan parte de la misma como miembros de la UE, todos están bajo el pulgar de Washington, como lo demuestra la reciente acción ilegal y hostil tomada por órdenes de Washington por Francia, Italia, España, Portugal y Austria contra el avión que transportaba al presidente de Bolivia Evo Morales. Volando de vuelta a Bolivia desde Moscú, los gobiernos francés, italiano, español y portugués, títeres de Washington, le negaron el permiso de sobrevolar su espacio aéreo y recargar combustible, y tuvo que aterrizar en Austria, donde el avión presidencial fue registrado en busca de Edward Snowden. Con ello, Washington estaba demostrando al mundo su poder para secuestrar a Snowden incluso aunque éste se hallara en un avión presidencial, en claro desafío al derecho internacional y a fin de enseñar a los reformadores advenedizos, como Morales, que la desobediencia a las órdenes de Washington no será permitida.

Los estados títeres europeos cumplieron con esta extraordinaria violación de la diplomacia y el derecho internacional, a pesar del hecho de que esos mismos países se declaran “indignados” por el espionaje al que Washington está sometiendo a sus gobiernos, diplomáticos y ciudadanos. Su agradecimiento a Snowden, cuyas revelaciones nos han permitido conocer el hecho de que Washington estaba grabando todas sus comunicaciones, ha consistido en ayudar a Washington a capturarlo.

Esto nos dice cuánto de moral, de honor e integridad le queda a la civilización occidental: Cero.

Arrogancia y prepotencia

Snowden informó a los países del mundo que sus comunicaciones no tienen independencia o privacidad a los ojos y oídos de Washington. La arrogancia y la prepotencia de la administración Obama son impactantes. Sin embargo, ningún país ha estado dispuesto a hacer frente a Washington y dar asilo a Snowden. El presidente Correa de Ecuador se intimidó, fue abofeteado por Washington y retiró su oferta a Snowden. En los casos de China y Rusia, los objetivos favoritos de Washington para demonizar los derechos humanos, dar asilo a Snowden habría sido un triunfo propagandístico, pero tampoco ellos quieren asumir las previsibles represalias de Washington a causa de una confrontación.

En resumen, los gobiernos de los países de la Tierra necesitan el dinero de Washington, más que la verdad, la integridad o la independencia.

Las sórdidas intervenciones de Washington contra Snowden y Morales dan al mundo una nueva oportunidad para hacer a Estados Unidos responsable de sus actos, antes de que su presunción y su arrogancia obliguen al mundo a elegir entre aceptar la hegemonía de Washington o la Tercera Guerra Mundial. Los países, divididos entre sí y necesitados de dinero y favores, son, en cambio, los que permiten a Washington establecer que todo lo que haga sea legítimo. La ilegalidad de Washington se ha establecido como la nueva normalidad.

Los gobiernos de América del Sur son poco proclives a unirse contra la afrenta de Washington. Algunos de los países están dirigidos por reformistas que representan al pueblo en lugar de a las élites ricas locales aliadas con Estados Unidos, pero la mayoría prefieren las relaciones tranquilas con Washington y las élites nacionales. Los sudamericanos asumen que Washington tendrá éxito en derrocar a los reformadores (Maduro, Morales, Correa, Cristina Fernández, etc.) como tantas veces lo ha hecho en el pasado.

La farsa de las quejas

En Europa los titulares son que “la vigilancia de la NSA pone en peligro el tratado de libre comercio de la UE” y “Merkel demanda explicaciones”. Las protestas son la postura pública necesaria de los títeres y como tal será considerado por Washington. El gobierno francés dice que las negociaciones comerciales deben ser suspendidas temporalmente “por un par de semanas, para evitar cualquier controversia”. Sin embargo, el gobierno alemán dice: “Queremos el acuerdo de libre comercio y queremos empezar las conversaciones ahora”. En otras palabras, lo que Merkel califica de “un comportamiento inaceptable al estilo de la Guerra fría” es aceptable siempre y cuando Alemania obtenga el acuerdo de libre comercio, que para la industria y las finanzas alemanas se considera prioritario.

El deseo de tener el dinero de Washington ciega a los europeos ante las consecuencias reales del tratado de libre comercio. Lo que el acuerdo va a hacer es doblegar todavía más las economías europeas a la hegemonía económica de Washington.

Estos acuerdos de “libre comercio”, como ya se intentó en su día en América del Sur, tienen la finalidad de comprometer a los “socios” europeos para apoyar al dólar. De esta manera, Washington puede institucionalizar el dólar y protegerlo de las consecuencias nefastas de la actual política financiera, imprimir dinero (de la nada) que será utilizado para aumentar la solvencia de los bancos demasiado grandes, evitar su bancarrota y financiar los interminables déficits presupuestarios federales.

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