domingo, 9 de marzo de 2014

MÚSICA NOCTURNA / 12

DESCONFIAD DE LOS HOMBRES BLANCOS. LAS CHANSONS MADÉCASSES DE RAVEL EN AIX EN PROVENCE

El poeta Evariste Parny, nacido en 1753 en la isla de Reunión, publicó en 1787 una colección de poemas en prosa titulada Chansons madécasses traduites en français, suivies de poésies fugitives. Los textos son traducción de documentos malgaches anteriores al siglo XVIII. Parny escribió estos poemas durante su estancia en las Indias francesas. En realidad él nunca estuvo en Madagascar. Más allá de su interés documental, esta colección de poemas ilustra con bastante antelación los sentimientos anti-colonialistas de Parny:

“La isla de Madagascar se divide en un número infinito de pequeños territorios que pertenecen a muchos príncipes. Estos príncipes están en perpetua rivalidad, siendo el propósito de estas guerras el de tomar prisioneros que más tarde serán vendidos a los traficantes de esclavos europeos. Así que, si no estuviéramos allí, estas personas serían felices y vivirían en paz. Son inteligentes, amables y hospitalarios. Las personas que viven a lo largo de la costa se muestran legítimamente desconfiadas con los extraños y, en sus tratos con estos, toman todas las precauciones que la prudencia dicta para prevenir los engaños. Los malgaches son de natural alegres. Los hombres están siempre de brazos cruzados mientras las mujeres trabajan. Son apasionados de la música y la danza. He recogido y traducido algunas de las canciones de este pueblo para dar una idea de sus costumbres y sus vidas. No conocen el verso y la poesía se ofrece como una prosa sofisticada. Su música es sencilla, amable y siempre melancólica”. (Evariste  Parny, prefacio a Chansons madécasses, 1787).

Entre 1925 y 1926 Maurice Ravel puso música a tres de estos poemas, los titulados Nahandove, Aoua e Il est doux. La obra está dedicada a la mecenas norteamericana de Ravel, la pianista Elizabeth Sprague Coolidge, que igualmente encargó obras a Béla Bartók, Igor Stravinsky y Benjamin Britten, entre muchos otros. Ravel se entusiasmó con los poemas de Parny porque su contenido estaba conforme con sus propias convicciones. “Las Chansons madécasses”, escribió, “me parece que aportan un elemento nuevo –dramático o puede que erótico– que ya está presente en los propios textos. Es una suerte de cuarteto en el que la voz desempeña el papel de instrumento principal. La sencillez domina. La independencia de las partes se afirma”. El ardiente erotismo de Nahandove y de Il est doux y la virulenta denuncia del colonialismo que es Aoua hacen de las Chansons madécasses una obra comprometida de Maurice Ravel a la vez que su mayor logro en el género de la canción.

Acerca de las Chansons madécasses impartirá Florence Sartori una clase de música de cámara el próximo sábado, 15 de marzo, en el Conservatorio de Aix en Provence, en el marco de una jornada consagrada por entero a la voz, y que incluirá arias de corte, canciones folclóricas contemporáneas, obras corales y jazz.




¡Awa! ¡Awa! Desconfiad de los blancos
habitantes de la costa.
En los días de nuestros padres,
los hombres blancos llegaron a esta isla.
Se les dijo: Tomad estas tierras,
que vuestras mujeres las cultiven;
sed justos, sed buenos,
y seréis nuestros hermanos.

Los blancos prometieron, y sin embargo
hicieron trampas.
Se elevó una fortaleza amenazadora;
el trueno fue encerrado
en bocas de bronce;
los sacerdotes quisieron darnos
un Dios que no conocemos;
finalmente, hablaron
de obediencia y esclavitud:
más bien de muerte.
La carnicería fue larga y terrible;
pero a pesar de los truenos que vomitaban,
que aplastaron ejércitos enteros,
todos fueron exterminados.

¡Awa! ¡Awa! ¡Desconfiad de los blancos!
Hemos visto nuevos tiranos,
más fuertes y más numerosos,
plantar sus pabellones en la costa:
El cielo ha luchado de nuestro lado;
ha hecho caer sobre ellos las lluvias,
las tormentas y los vientos envenenados.
Ya no están, y vivimos,
y vivimos libres.

¡Awa! Desconfiad de los blancos
habitantes de la costa.

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